NO SEAMOS INGENUOS


Dejamos las palabras reírse de nosotros, y no somos capaces de encontrar el dilema que esconden bajo su frío rostro; no sabemos descifrar la duda que las hizo, el dolor que atrajeron en su primer silencio; el rostro que crearon, para que no pudiésemos romper la certidumbre y solos, ante la duda; creásemos silencios, como palabras vivas.

         El misterio de comprender palabras nuevas es tan antiguo como el misterio de intentar saber lo que nos queda. No todo son preguntas en la vida, a veces desconocemos lo que creíamos conocer y, a veces, nos preocupa aquello que no debería preocuparnos, la culpa es de las palabras; ellas, esconden su «verdad» en nuestros sueños y hacen de ellos, esa duda que nos inquieta y salva.

         Dejamos las palabras al margen de la vida sin saber que, todo lo que somos, en parte lo debemos, al trato que le damos al idioma que nos proporciona las palabras con las que podemos triunfar o fracasar. No seamos ingenuos, e intentemos al menos, conocer el rostro oculto que las palabras tienen, para poder luchar por ellas y, entre ellas, sentirnos tan fuertes, como el miedo que nos da la incertidumbre.

 

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