LOS SINTIEMPO
 
Líbreme la libertad de creerme «libre»; de creerme las palabras que los «sintiempo» dicen. Líbreme la libertad de estar al límite de aquello que nombramos como sublime, como algo que ya nunca florecerá en nuestros campos.
         Nosotros —arquitectos sin edificio—, somos la fiebre que necesita el tiempo para darnos a entender lo que un «buen» día no comprendimos; él nos pone la sorpresa en nuestras vidas, ayudándonos a rebobinar «torpezas» y «mitos» innecesarios que, la imagen, nos vendió como certeros. Por eso no debemos dejarnos convencer por los «sintiempo».
         El tiempo es ese lugar sin límite que fija la razón en las personas; nunca nadie llegó a comprender las razones que la vida oculta, sin antes haber llegado a llenarse la «suya» de razones, y para eso, no sólo hace falta estudios y másteres grandiosos; hace falta, llenarse los bolsillos de experiencia y vida.

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