EL CARNAVAL PERDIDO ESTE absurdo carnaval de «máscaras» sin Carnaval, nos está dejando irreconocibles tras el fracaso de la vida sin máscaras ni amuletos. Vamos por las calles sin sentirnos nosotros mismos. Nos cruzamos con el cristal de un escaparate y no somos capaces de adivinar el frío contemplador de caras sin rostro. Lo irreconocible juega contra la ingenuidad de la belleza, ya casi nadie adora una sonrisa como algo que cautiva; casi nadie, contempla el gesto como un aval que garantiza la personalidad. Somos muñecos perdidos entre juegos olvidados e inútiles. Todo lo irresponsable se acumula ante las puertas cerradas del olvido. Nadie se cree destinado a jugarse la vida por NO enmascarar su delicada cara ante un intruso desconocido. Hemos reencontrado el carnaval perdido, sin querer demostrar que, nuestro rostro, es la parte externa de nuestra alma.

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