CORRE LA PANDEMIA, devorando esquinas y certezas que aún nos quedan por nombrar. La luz imaginada, nos deslumbra el camino que habremos de seguir, tras las noticias que a nadie reconfortan en sus proverbios mal escritos; indignamente rotos, por silencios que gobiernan el diálogo del miedo. Corre la Pandemia, sobre las tristes caras que censuran las máscaras sin carnaval aún; como si fuesen dioses imaginados por la envidia de un porqué, que, apenas si reduce, la mágica ignorancia de lo absurdo. Corre la Pandemia, sin saber si podremos un día, reconocer la vida que tuvimos, dentro de la imagen de un silencio en libertad.

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