LA VOZ ALTA y el pensamiento extremo detrás de la bufanda que, resguarda la garganta, del frío ocasional y de las farsas. Andamos cabizbajos, entre destellos lúdicos, sin advertir siquiera la amplia desnudez que nos provoca, toda la sinrazón de los misterios con que la vida estresa la última vivencia de lo oscuro; esa razón de ser, que nos anima a corromper la astucia del viejo silogismo de lo incierto. La voz alta, nos preocupa su escasez y el predominio de lo astuto esencial, para poder cruzar la calle a oscuras, mientras la gente marcha a nuestro lado mirando su Smartphone iluminado; buscando entre su azul, la noche clara.

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