INCONSCIENTES MELÓMANOS DEL SUEÑO

LA PASIÓN POR LA MÚSICA, arranca desde un silencio que entorpece la búsqueda y hace de la obsesión, ese lugar sin límites que abraza y neutraliza la memoria, dejando lo negado, a contraluz del sueño que lo imita; nada estorba a la música en su callada lucha de arpegios y bonanzas imposibles, que, ese precipicio de melismas, donde nos nace la dura realidad de los silencios. Aparece y desaparece la mutación o el riesgo de lo efímero, cuando el momento se crece en dignidad, y nos abrevia ese pequeño trozo de sol interrumpido por la sombra del miedo; mítica forma de aprehender la nostalgia en su razón inoportuna, sin sabernos dócilmente en la paciencia de arrancarle a la vida, ese tiempo que nos obliga a ser, inconscientes melómanos del sueño. La pasión por la música, hace de la esperanza, el recodo imperfecto que, nos hace imposible, reconocer el tránsito obligado del camino.

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