CAE LA PRIMAVERA

 
 
Cae la primavera, a medida que el tiempo deja caer sobre nosotros su brevedad intacta. El viento se desgarra en los cristales. La voz de las alergias comunica su batalla, nos deja la inquietud adentro de los cuerpos y nos hace saber que, sólo somos, el principio del Fin. Todo se dignifica dentro de lo que somos: el arte, la conquista, el amor, la esperanza; lo incierto de la noche y esa reconocida astucia de creernos más jóvenes.

         Por fin la gente sale a las calles, alegrando el andar y esa sonrisa impuesta, ante el sol que nos mira. Vamos dejando atrás la incierta certidumbre del frío en los bolsillos, los árboles sin hojas y esos pasos sin rostro, mirando a las baldosas, ante su helado brillo. Por fin las plazas y las calles se visten de terrazas repletas de gentes que hablan, miran y recuerdan todo lo que de vida tienen. Por fin nos damos cuenta que, el Sur, también importa.

         Cae la primavera y nos llena los ojos de colores. Semana tras semana, llegamos a esta particular Semana de Pasión. Sé que no a todos les interesa hablar y participar en ella, sin embargo, creo que nadie deja sus pequeños días de asueto, para cuando la fiesta les convenza; así y todo, pocos escaparemos del recuerdo; de la infantil promesa de comprar un tambor para marcar el paso en los pasillos de la casa paterna; de aquellas primeras imágenes que nos buscaban en la acera, con sus ojos de dolor o, aquél llanto de las trompetas, cuando hacía que nos tapásemos los oídos al cruzar ante nosotros.

No dejemos que la primavera escape sin haberle dedicado al menos, una sonrisa de gratitud, por dejarnos un año más estar entre los amigos.



 

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