CAE
UN VERSO
Cae un verso en la punta de
la pluma que da naturaleza a su estructura. Cae un verso en la mano, sin que
apenas me obligue a perseguirlo, a dejarme vencer por su belleza, a desnudarme
adentro de sus sueños; a decidir un rostro en ese espejo que sólo deja ver la
otra verdad que las palabras tienen.
Y yo me identifico con el rostro que va nadando sobre el
hilo de tinta. Me identifico en el mito que nace de la excusa de no saber qué
escribo; qué soledad arriesgo a vuelapluma; qué amor acuesta sus suspiros bajo
la noche extrema.
Cae un verso desnudamente bello. Atado a la cintura, lo saco
de paseo, le ofrezco mi ciudad, para que en ella admire el silencio del aire
que llevo respirando desde siempre. Lo mezclo con la lucha, y se revela y gime;
me tronza el «otro» corazón que los poetas tienen, para cuando la excusa
mitifica ese oscuro silencio que guardan las palabras.
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