«CAMPEONES»
DEL MUNDO
Dentro de las casas o los bares, están masticando su fútbol
y su calor de sábado. Están mirando atentamente la pantalla que embriaga y
mitifica los colores que corren sobre un césped verde, lleno de patadas y
caídas y enrevesados nudos de piernas que, a veces, atan un escalofrío a los ojos
que dudan haberlo visto. El corazón del que admira o deplora la jugada, acelera
o desordena sus latidos, sin saber que, lo que pasa, nada tiene que ver con su
vida o sus problemas; artificialmente, son conceptos que no deberían alterar su
forma de vivir, sin embargo, parece que el que metió el gol o el que falló la
jugada imprevista, también tuvo su origen en la mente desbordada del que mira.
Dentro de las casas o los bares, también están todos los
suplentes del mundo; todos los mejores entrenadores; todos los grandes delanteros
y, por supuesto, aquellos que ganan o pierden los partidos, sin apenas cobrar
ningún «supersueldo» y que, saben censurar magníficamente, mientras la cerveza
se escurre cuello abajo, sin ningún silbato que la detenga.
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