AÑORANZAS
Ese «algo» que nos recorre
el cuerpo, cuando hablamos de aquello que nos dejó sin habla un día cualquiera,
de un tiempo cualquiera, de un año sin número ni memoria; hoy, nos abre el
corazón para vivir lo nuevo de las horas; ésas que vuelan más deprisa que los vencejos
en las tardes de verano.
Recordar no es tragedia para aquel que tiene la memoria
intacta; añorar, es otra cosa, es, intentar vestirse con las ropas que fueron
desechadas años ha; es, creer que lo que fuimos nos hace más felices si lo
volvemos a soñar; si nuestra mente, celebra la juventud perdida y hace que, los
silencios, se llenen de gestos y palabras clavadas a destiempo, dentro del
corazón.
Todo tiempo pasado dicen que «fue mejor», y eso lo llevamos
en la conciencia como contrapeso a la verdad, y no es así; no es cierto que
todo tiempo pasado fuese mejor que el presente, ya que se nos olvida el
«recuerdo» de las cosas difíciles de conseguir, se nos olvida la preocupación
por llegar a «ser algo» en la vida, sin darnos cuenta que, «llegar» no es
vencer, y que, sin experiencia, se derrumban a veces los «castillos» que
nuestra mente intuye.
El tiempo pasa. Y marca. Y la añoranza es un camino de regreso hacia ese lugar que un día nos hizo sentirnos vivos. Muy buena, Antonio, tu nueva faceta literaria.
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