LABERINTOS
DIALÉCTICOS
Encerramos la palabra en
laberintos dialécticos, sin darnos cuenta que la palabra es lo que nosotros
quisiéramos saber.
A medida que avanzamos en el enriquecimiento de nuestras
palabras, nos vamos diferenciando del personaje que éramos, y en la medida que
esto ocurre, nos vamos alejando de nuestra prematura ingenuidad, de aquella
belleza incuestionable, donde el pensamiento estaba a flor de piel y nada ni
nadie, era capaz de cuestionarnos un adjetivo mal puesto.
Somos la verdad que ocultan las palabras, sin dejar de ser,
la verdad que ocultan nuestros deseos.
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