VERDE
AZUL SIN ROSTRO
Queda lejos el verde-azul
sin rostro de las tardes efímeras, donde nadie contaba con que el tiempo
vertiese toda su certidumbre, sobre la etérea lista de la improvisación. El
hombre siempre ha estado cansado de buscarle adjetivos impropios a su cruel
«desmemoria»; siempre ha sido la desazón del frágil, ese último rostro de
aquellos que se afanan en buscar la esperanza.
Buscar
desde la suerte, es mirarse al espejo antes de ir a la fiesta; todo lo hacemos
bueno y, sin embargo, vuela de nuestro lado la «imperfección correcta» que,
hace de lo aparente, ese discurso humano donde todo se aprecia.
Queda lejos el verde-azul sin rostro. La estrella-madrugada.
El corazón sin sangre. Ese azul-incorrecto, en las noches cansadas de vestir, incertidumbres
nuevas.
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