LA VOZ Y LA NOSTALGIA
 
 
El poema se viste con túnicas y juegos que siempre sobreviven a pesar de las muertes, abre su puerta estrecha, para que busques dentro aquello que te falta, y nunca lo consigues; siempre la luz se acaba sin encontrar la vela.
 
No llegues al poema como se llega al miedo: cansado y ojeroso; no, déjate los murmullos al lado de la fuente, que el agua se derrumbe sobre la propia agua; que la palabra sea la misma que se calla.

 
El poema se viste —tú lo vistes— con ropajes que un día te vistieron de hazaña ante el amor, desasosiego o túnica maldita de dolor o esperanza; nunca y siempre contigo, la voz de la nostalgia.
 


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