SOPORTAR
EL MIEDO
Oigo cómo el grito navega calle abajo como embarcación
que a la vida arriba con su voz, desafinando su acento en los trinos huidizos
que el ruido mastica en la imposible bóveda.
Nadie es —con su voz y su proyecto de vida— importante,
en esta calle que anuncia los futuros a voz de coche y prisa contenida, desesperando
al hombre, cuando la amnesia recubre todo lo soñado.
Porque muere la vida de los días, crece un desasosiego
que es silencio comprimido en la voz que ausente mira la distancia y la penumbra,
como algo remotísimo que nunca llegase a suceder.
Después, lamenta que el olvido repita su voz desordenada
en los cuadernos mudos de los días, como alma de libro que persigue la memoria de
los sueños; palabra o futuro que, adivinamos guarecida, detrás de los cristales
que ayudan a soportar el miedo.
Comentarios
Publicar un comentario