LA VIDA QUE NOS FALTA Andar sobre la escarcha, sin dejar de mecer resbalosa y perfectamente la conciencia del mundo. Buscas desde la claridad del día, ese azul que compromete y aísla toda verdad o crítica, de aquello que nos sustenta o vence la memoria. Y no dejarse el día puesto sobre la llama de la lumbre, no sea que, al volver de la tragedia, no seamos capaces de comprender la historia. Andar sobre la escarcha y no reconocer que el tiempo no es lo mismo para todos nosotros. Saber «jugar» el juego que no nos corresponde, al tiempo que olvidamos los juegos aprendidos; esos juegos desnudos de violencia o de humo que llenaban la mente de colores primarios. Así, sin más dolor, comprender que no somos capaces de no caer de nuevo, a pesar de llevar ajustados al cuerpo toda la seudo-farsa del último milagro con que a veces nos venden, la vida que nos falta.

Comentarios

Entradas populares