UN LIBRO INTERMINABLE
Miro el libro sobre las manos. Reanuda la liturgia el primer esplendor de nuestros sueños; abre pozos de angustia para buscar en ellos contrastes y durezas no vividas. De la espada nos queda la sangre que remarca nuestra historia; el azul fronterizo de los cielos; la victoria final entre dos páginas que, instintivamente, dejamos sin leer. Abrimos el libro, y nunca recordamos haber visto el paisaje descrito, la vileza del crimen, las avenidas solas, las gentes que nos hablan a pesar de lo urgente. Yo quisiera saber la vieja teoría del que aprende las fases de la vida, ignorando, por qué la vida escribe un libro interminable que, siempre terminamos…

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