MARTILLO CIEGO
Cogemos el martillo y machacamos. Impertinentemente, machacamos; pensamos que, el efecto del ruido de los golpes, hará reflexionar a las personas que esperan, que, nuestros miedos, escapen de nosotros, como gato escalfado.
No es así, los miedos desordenan los problemas; hacen que la maldad aumente, mientras vamos probando nuevas adversidades, con ese martillo ciego, que habla sin pronunciar palabras y, marca el tiempo que nos queda, dentro de los consejos que nos dictan, propósitos sin nombre ni esperanza.
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