LA HORA ENCENIZADA
Descuelgo el reloj para cambiar la hora, y miro la pared sin la hora exacta. Lo incierto de los días, abrazarán fortuna o nerviosismo, según la cicatriz de la esperanza; esa verdad a medias que nos hace creer que, solo es viento, la voz entrecortada del paisaje.
La hora encenizada de la brisa, acerca las mañanas al proverbio que, apenas si se hizo realidad: descoloca la voz en los acentos, hace perpetuar la vigilancia dentro de la verdad inaccesible; ese redondo azul que me persigue, adentro de la estrofa que no dije.
La hora encenizada, marca el paso en esta procesión de abreviaturas que, apenas los tambores rompen las palabras; el silencio se espesa en las ventanas viejas y busca en las paredes, la hora encenizada de un tiempo que voló con la esperanza.
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