EL MIEDO
El miedo puede llevarnos a hacer de la locura, un
simulacro; de la pasión, un juego, o, de la vida, el rostro innecesario que
perdemos, cuando el espejo obliga a remirar los ojos. Somos esa obsesión que
nos obliga a creer en lo que no sabemos; a ser un obstáculo en nuestra propia
vida; un reloj sin agujas que, nos hace creer, que siempre llegamos tarde.
El miedo, entontece y distrae las fuerzas del
“vencido”, cuando aún no se sabe el final de la lucha. La voz que nos agobia
adentro de los miedos, es la misma que un buen día nos sobresalta, con la
suerte de hacernos felices contra el mundo. El miedo. Siempre el miedo,
llenando los espacios vacíos, con su ritmo y sus versos repletos de ataúdes con
dueño.
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