NUESTRO PROPIO FUEGO
Estrecha el
día su armadura de fuego, sin encontrar la llama ni el rostro incandescente que
obliga a socorrer. Estrecha el día, la voz de los silencios, mientras la vida
escapa de las calles y se anuda en las casas, como si el tiempo fuese laberinto
incansable, donde todo se esconde.
Estrecha el día la voz y los recuerdos, para
hacernos creer que el tiempo nos demuestra la exactitud precisa de su dolor
primero. Queda el día marcado en su furia y su precio, por lo que no sabemos
esconder bajo los fondos que, el tiempo nos ofrece, bajo el fuego amarrado a
nuestro propio fuego.
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