LAS MANOS QUE ACARICIAN LA PLUMA
Me escondo en la palabra,
cuando hablo yo mismo con el que escribe el verso y la distancia que guarda en
los bolsillos, por si acaso. No acostumbro a decirme palabras incorrectas,
mientras la voz remira los cristales, para ver si el reflejo desnuda las proezas
y las pone en silencio. Todo se contradice, mientras el tiempo espera la duda
de saber lo que decimos, sin más hacer, que, imaginar la vida que nos muerde a
pedazos la longitud del tiempo.
Me escondo en la palabra,
dentro de la virtud de hablar con el que escribe, aunque a veces me nombre los
silencios del mundo, y yo cruce descalzo la habitación del miedo, para no
despertar la cruel sabiduría, que, el tiempo, siempre deja escondida en las
manos que acarician la pluma, que escribe los silencios.

Comentarios
Publicar un comentario