UN INFIERNO DOLOROSO Y FELIZ, A LA VEZ

 

 


Estamos acrecentando las tragedias como si fueran ruido solamente. Nos hacemos los sordos, como si el viento fuese hacia otro lado y se llevase el grito de las gentes que caen todos los días bajo el poder del mundo, sin que nadie responda a la bravura del “Toro” consagrado.

 

Que nadie se distraiga de creer que está a salvo, somos nosotros mismos los que ayudamos a hacer de la vida, un infierno doloroso y feliz, a la vez; nosotros somos los que ponemos en el sitio “dorado”, a aquellos que, dolorosamente, suprimen la voz y la vida de los que lloran siempre. El poder siempre espera la venganza del silencio del mundo, por eso huyen siempre de saberse felices, para que el mundo crea el valor de sus miedos.

 

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